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Los conflictos son parte habitual de los equipos, y cómo resolver un conflicto en el vestuario es la clave entre sacar un equipo adelante y caer en un pozo sin salida.

Si juntas a personas con distintas opiniones, estilos y egos en un mismo lugar, lo más posible es que se llegue en algún momento a un conflicto, y más si las cosas no están saliendo bien.

Sin embargo, el entrenador debe lidiar con ello y resolver de forma inmediata estás situaciones. Por eso, hoy te traigo 4 aspectos a considerar cuando las cosas se estén saliendo de control.

Antes de seguir… aquí te dejo una guía de nuestra academia con los principales errores que cometemos los entrenadores de fútbol.

Parte de la energía de los jugadores se drena cuando hay conflictos en el vestuario y su rendimiento decae. Ya sea por motivos personales, falta de entendimiento o porque simplemente tuvieron un mal día.

Lo cierto es que el entrenador, valiéndose de sus  técnicas de persuasión y de su experiencia en la gestión de equipos, es el soporte que los jugadores necesitan para llegar a acuerdos y salir adelante.

¿Qué vamos a ver en el artículo?

Identificar la causa del conflicto

En la resolución de conflictos, lo más inteligente es saber identificar el detonante de la bomba. No tiene mucho sentido hacer responsable a quien hizo el artificio, sino la causa.

Casos muy frecuentes se dan entre jugadores que no se entienden en la cancha, o que empiezan a culparse por no saber interpretar bien una jugada o un desplazamiento, para aprovechar un pase efectivo.

También se tienen los malos entendimientos por razones personales. Nadie puede ser amigo de todo mundo. Algunos jugadores simplemente no les agrada estar con algunos de sus compañeros y ya está.

Antes de proseguir, detengámonos un momento a pensar en la importancia de los conflictos en el vestuario. Sí, los conflictos son señales de que el equipo está creciendo. Los jugadores se sienten inconformes y buscan mejorar juntos.

De ahí que exijan a sus compañeros que suban de nivel antes que los arrolle la competencia. Algo muy común de los jugadores más destacados hacia sus compañeros con menos presencia en la cancha.

Es así como en la resolución de conflictos en el vestuario se tiene que buscar en primer lugar la causa. No es necesario señalar a una persona; como mediador, el entrenador debe hacer gala de sus técnicas de persuasión para calmar las tensiones.

Algo que el entrenador debe tener bien en claro es evitar la confrontación directa de sus jugadores, y la confrontación directa con él. Una vez que entra la violencia al vestuario, es muy difícil llegar a acuerdos y sentarse a dialogar.

Los casos extremos usualmente terminan en cesiones o venta de jugadores. En el caso de las categorías base, a los jóvenes solamente se les retira del equipo por periodos extendidos de tiempo, dejando una marca negativa en la formación futbolística y como persona.

Cómo resolver un conflicto en los vestuarios
Cómo resolver un conflicto en los vestuarios

Establecer los roles como estrategia para resolver un conflicto en el vestuario

Para solucionar la problemática es necesario traer orden al asunto. Se debe, pues, identificar bien al mediador y las partes en conflicto. En términos simples: los jugadores en conflicto y el entrenador como mediador.

Teniendo definidos los roles, las responsabilidades de cada uno estarán bien definidas y actuarán de acuerdo a ellas. En principio el entrenador es el mediador, sin embargo puede darse el caso que los mismos jugadores resuelvan el conflicto entre ellos mismos.

Veamos ahora los roles de las partes involucradas en un conflicto en el vestuario:



Rol del entrenador

Es el líder del grupo. Sabe cómo resolver un conflicto en el vestuario. El entrenador es el único en capacidad de mediar en un conflicto entre jugadores ya que los conoce bien, y pasa más tiempo con ellos.

En la gestión de equipos, el entrenador debe lidiar primero con los egos de los jugadores. Sus técnicas de persuasión le ayudarán bastante para ver qué ocurre con cada jugador.

Como primer acercamiento, luego de haberse calmado las tensiones, debe hablar con cada uno por separado. Preguntar qué le incomoda, su opinión sobre el equipo y su rendimiento propio, al igual que su situación personal.

Además, el entrenador debe ayudarse en técnicas de coaching para extraer toda la información posible a los jugadores en conflicto. Esto resulta en una efectiva resolución de conflictos sin tener que recurrir a medidas extremas como las ya mencionadas

Rol del jugador

El jugador tiene que evitar la agresión en la medida de lo posible. Resulta muy difícil controlar los estribos en caliente y la sangre circulando a todo dar, pero debe hacer su mejor esfuerzo para no llegar a este extremo.

Ya en calma, es obligatorio dejar a un lado el ego y hacer recuento de lo sucedido en el conflicto. Identificar por sí mismo el origen del problema, y pensar siempre que el equipo debe ir primero.

Tanto los profesionales como los futbolistas en formación, es importante que pongan en práctica el diálogo. Tomar la iniciativa con aquel compañero con el cual se inició el conflicto.

El jugador debe recordar que es parte de un equipo, todos juntos representan una idea de juego para logar objetivos y formarse como personas. Con la ayuda del entrenador, llegaría a un acuerdo de manera pacífica.

No señalar culpables como forma para resolver un conflicto en el vestuario

Apuntar con el dedo de manera acusativa es una de las peores cosas que podemos hacer como entrenador, aún y tengamos la razón. A nadie le agrada ser señalado por nada. La mente traduce este gesto como una amenaza directa a la integridad personal, ¿y cómo respondemos? Desde palabrotas, hasta los golpes.

Dentro de la resolución de conflictos, esto es lo último que debe hacerse. Y más dentro de un equipo donde, en principio, todos sus integrantes siguen una idea en común impulsada por el entrenador.

Lo que menos espera el entrenador, y el resto de la plantilla, es ver a algunos jugadores hacer del vestuario un ring de boxeo, y mucho menos si el objetivo es tratar de solventar un problema.

En la gestión de equipos se debe manejar muy bien el tema de los egos y conflictos en el vestuario. Si de buenas a primeras se señala un culpable directo, empezará la desconfianza y la cohesión de los futbolistas mermará.

Lo más sensato que puede hacer el entrenador es consultar con los jugadores y preguntarles todo, nada puede quedarse por fuera. Las técnicas de persuasión son útiles en estos casos.

Para hacer gestión de daños, en las sesiones de entrenamientos se pueden incluir dinámicas grupales y sesiones de compartir al final de estos. Que cada jugador comparta su experiencia del día y qué cosas mejoraría.

Otro punto a incluir sería el acostumbrar a sus jugadores a expresarse más. Decir lo que tengan que decir, qué sienten, que les incomoda, qué cosas mejorar, cómo hacer que sus compañeros mejoren junto a él, entre otros.

Fomentar la comunicación es esencial para el entendimiento mutuo y clave en cómo resolver un conflicto en el vestuario.

Por parte del entrenador, no está de más recordar a sus jugadores el propósito de por qué son parte del equipo. Recordarles la idea que siguen para alcanzar sus objetivos. Esto refuerza la cohesión existente entre ellos.

Conflictos entre jugadores
Conflictos entre jugadores

Llegar a un acuerdo para resolver un conflicto en el vestuario

Una exitosa gestión de equipos se refleja cuando los conflictos en el vestuario se resuelven de manera diplomática.

Entendiendo que el entrenador supo idear y aplicar una estrategia en cómo resolver un conflicto en el vestuario, la resolución del mismo empieza a asomarse una vez que los jugadores aceptan llegar a un acuerdo.

No es un proceso sencillo. Ambas partes deben aceptar que comparten parte de la responsabilidad, a fin de cuentas son compañeros de equipo y las culpas usualmente siempre tienen algo de responsabilidad en ambas partes.

El entrenador, como líder y mediador, no puede dejar solos a sus jugadores. Debe estar presente en todo momento y no permitir que , ahora que las cosas mejoran, nada se vaya a descarrilar.

Incluir dinámicas atenuantes de tensiones ayuda como relajación durante la resolución del problema. Una vez que ya ambas partes en conflicto hayan superado el distanciamiento, es hora de sentarlos y abrir un debate.

Aquí las dos partes discuten cordialmente, y con argumentos bien sólidos para llegar al tan ansiado acuerdo. Es posible que aquellos jugadores con el ego algo elevado se impongan, pero esa tarea deberá ser solucionada por el entrenador.

Durante el debate se deben tener en cuenta todas las respuestas, para escoger aquellas que los jugadores en conflicto tengan en común. Así, el entrenador podrá incorporar ciertas actividades en los entrenamientos o en las reuniones para solucionar la causa.

Si el conflicto queda inconcluso, o resuelto a medias, la energía del equipo se desviará por esa vertiente. Quedarán vestigios que los jugadores en conflicto no superarán. De ahí la importancia de finalizar si o si, los conflictos.

Una vez llegado a un acuerdo, el entrenador debe proceder a inculcar a sus jugadores las maneras en cómo resolver un conflicto en los vestuarios en próximas ocasiones. A pesar que es el líder, los jugadores también deben ayudar al entrenador, y las enseñanzas por experiencias previas siempre servirán para ser aplicadas en un futuro.

Si entre ellos pueden tener la capacidad de solucionar conflictos, y todo esto sin la intervención del entrenador, el entendimiento y la cohesión del equipo será mayor y la incidencia de conflictos será cada vez menor.



 Consideraciones finales

Ningún equipo de fútbol se salva de entrar en un conflicto en los vestuarios. Es señal de que el progreso del mismo va aumentando, las exigencias son mayores y los jugadores sienten la necesidad de mejorar cada vez más.

El entrenador, como mediador, ayuda a sus jugadores a llevar a solución estos casos. También les da a entender claramente que a medida que las exigencias suban, deben adaptarse a ellas.

No se trata de buscar culpables o desterrar compañeros, sino en mejorar su rendimiento y controlar sus emociones para rendir mejor dentro de la cancha.

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